¿Qué es la autoestima?

La autoestima es el sentimiento que me produce la valoración que yo hago de mí mismo/a. Esta autovaloración se basa en mi percepción positiva o negativa de factores que considero importantes, relaciones sociales, aspecto físico, carácter, inteligencia, éxitos, logro económico, alegría…Esa autoestima será positiva o negativa en función del resultado de mi autovaloración. Una autoestima positiva o alta significa que me quiero. La autoestima negativa o deficiente no es deseable. Es importante distinguir la autoestima alta y sana de la autoestima muy alta y destructiva, puede significar narcisismo, abuso de poder, violencia y tiranía.

Para poder autovalorarnos es esencial ser conscientes de nosotros mismos y tener la capacidad de introspección, de entender y explicar nuestras emociones y pensamientos. Para tener una buena capacidad de introspección se necesita una actitud abierta y constancia en la práctica. Si conocemos nuestras habilidades y limitaciones mejor podremos valorar nuestras posibilidades y nuestras prioridades.

Cuando nos sentimos orgullosos de nosotros mismos aumenta nuestra energía, nuestra eficacia y nuestro ánimo para repetir aquellas conductas que nos han hecho sentirnos orgullosos y nos lleva hacia el logro de nuevas metas, y también nos estimula relacionarnos con los demás. Pero cuando se convierte en un orgullo excesivo se traduce en complejo de superioridad y en ese caso, empezamos a distanciarnos emocionalmente de los otros.

El sentimiento de vergüenza nos debilita y hace que nos sintamos inadecuados ante los demás. Podemos llegar a sentir rubor en las mejillas, nudo en la garganta y en el pecho, taquicardia, molestias en el estómago.

La culpa causada por errores reales o a faltas en las reglas de convivencia, puede aumentar nuestra concienciación sobre nuestros comportamientos equivocados, perjudiciales o dolorosos para los otros. Cuando nos adelantamos y prevenimos esa culpa, nuestras conductas sociales pueden ser más constructivas, nos alejamos de posibles impulsos inaceptables. Cuando hemos cometido error o falta, la culpa comunica a los demás nuestro propósito de corregir esos errores y permite que los otros puedan empatizar con nosotros y puedan entender nuestra situación.

¿Qué diferencias hay en la autoestima en mujeres y hombres?

Lo más común es que tener la predisposición a formar una autovaloración favorable de nosotros mismos, una autoestima alta, y a resaltar nuestras cualidades. Gracias a ello podemos proteger nuestras emociones, podemos funcionar mejor en nuestro día a día y además nos prepara en momentos de crisis que se puedan presentar.

Generalmente, los hombres tienen una autoestima más alta que las mujeres. En el caso de la mujer, diferentes factores han condicionado a la mujer a una autoestima más baja: la discriminación y devaluación desde el pasado hasta, todavía en muchas ocasiones, en la actualidad; la presión social de la importancia del aspecto físico de la mujer que puede ser determinante para encontrar un trabajo, para relacionarse con otros, para sentirse querida ; las responsabilidades no compartidas de la mujer con los hijos y el cuidado de personas mayores a cargo de la mujer en muchos casos; abuso, violencia y manipulación en mujeres maltratadas por hombres enfermos; las dolencias psicológicas crónicas como depresión, ansiedad crónica y fobias que afecta más a las mujeres que a los hombres y que reciben menos apoyo y recursos financieros administrativos que otras dolencias.

Los trastornos relacionados con la autoestima que tiene más incidencia en los hombres son precisamente resultado de una autovaloración excesiva como personalidad antisocial, carácter paranoico, narcisismo con las consecuencias que ello significa, abuso de poder, maltrato, violencia.

¿Qué mecanismos de defensa utilizamos cuando nos cuestionan?

Cuando sentimos que nuestra autovaloración positiva o autoestima está amenazada ponemos en funcionamiento una serie de mecanismos de defensa para protegernos. Hay diferentes mecanismos de autoestima:

  • La Represión. Reprimimos los recuerdos para que no nos dañen. Los olvidamos e incluso olvidamos que hemos olvidado esos recuerdos que nos perturbaban, que nos hacía sentir avergonzados ante los demás y ante nosotros mismos, y así poder seguir adelante. Solemos poner especial atención en nuestras cualidades e ignorar nuestros defectos. Por ejemplo, mi hermana me pidió dinero y no se lo presté, acusándome de egoísta, olvido esa conversación y sigo adelante.
  • La Imaginación. Nos imaginamos cómo nos hubiera gustado reaccionar, reemplazando detalles de lo ocurrido, y con el tiempo y las repeticiones acabamos dando por cierta esa nueva versión de lo que sucedió. No le presté el dinero que me pidió y me acusó de egoísta, entonces imagino la conversación pasada como que no me pidió el dinero, solo fue una sugerencia de préstamo.
  • La Proyección. Proyectamos en los demás aquello que nos desagrada de nosotros mismo como podría ser el egoísmo, si el otro es egoísta podré tolerar mejor mi egoísmo. Aquellos aspectos de nuestra personalidad que en principio pueden afectarnos negativamente lo harán en menor medida si nos somos los únicos en esa falta, y más aún si esa otra persona, que también es egoísta, es un referente para nosotros.
  • Creencias. Podemos inventar creencias sobre opiniones positivas sobre nosotros, sin ponernos a verificar la veracidad de esas creencias. Soy egoísta pero vivo convencido que los demás me ven como generoso.
  • Formación reactiva. Cuando nos sentimos amenazados en nuestra autoestima podemos reaccionar de forma exagerada en forma opuesta a la amenaza. Para que no se sospeche de mi egoísmo soy muy generoso.
  • La Compensación. Compensamos aspecto nuestros que nos resultan desagradable desarrollando otros aspectos. Soy egoísta con el dinero y no me gusta, entonces lo compenso ayudando a los otros haciendo mil favores de carácter no económico, como ayudar a cargar muebles en un traslado de domicilio.
  • Selectividad. Nos relacionamos solo con aquellas personas que tienen una buena opinión de nosotros y nos alejamos de quienes sabemos que no vamos a ser gustados. Decido no relacionarme con aquellos que piensan que soy un egoísta.
  • Esquivar la culpa. Cuando las situaciones acaban mal, para proteger nuestra autoestima tendemos a pensar que no podía haber evitado el desenlace final. Si las cosas van bien es mi responsabilidad, si van mal es del otro. Como en los exámenes solemos decir “he aprobado” pero también decimos “me han suspendido”.

Si no abusamos de los mecanismos de defensa, éstos nos pueden ayudar a hacer frente a innumerables situaciones difíciles y estresantes del día a día y así poder preservar nuestra apreciada autoestima. Pero si abusamos de estos mecanismos podemos entrar en una dinámica de desarreglo y de trastorno mental.

Aquí el enlace de la parte 2: http://ansiedad-depresion.es/la-autoestima-me-quiero-no-me-quiero-me-quiero-no-me-quiero-parte-2/

Aquí el enlace de la parte 3: http://ansiedad-depresion.es/la-autoestima-me-quiero-no-me-quiero-me-quiero-no-me-quiero-parte-3/