Cambiando el lenguaje puedes cambiar tu percepción y tus emociones.
Siguiendo el ejemplo anterior, esa misma persona mejorará su estado emocional si cambia su lenguaje interno: “Aunque nadie haya respondido a mis comentarios, muchos los leen. Más adelante, alguien se animará a escribir”.
Aquí te presento 5 formas distintas de lograr cambiar esa forma de percibir lo que te rodea y que tantas veces limita y dificulta tu vida diaria:
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Cambia tus opiniones y básalas mejor en hechos y no en creencias limitantes.
Expresamos opiniones como si fueran hechos, y opiniones basadas en creencias que pueden estar equivocadas pero que sin embargo, nos basamos de ellas para juzgar a los demás y a nosotros mismos.
Por ejemplo: “No puedo empezar a estudiar ahora, tengo 50 años y soy ya demasiado mayor”. Está opinión está basado en la creencia de que las personas mayores ya no tiene capacidad para estudiar nada. Cuando en realidad conozco a alguien que retomó sus estudios después de que los abandonara hace muchos años. Me atrevo a juzgarla de inconsciente y temeraria. Esta creencia mía es limitante, me impedirá hacer lo que yo deseo.
Cambia tus opiniones y básalas mejor en hechos y no en creencias. “Quiero retomar mis estudios a pesar de que sé que no será fácil debido a mi edad y al hecho de que hace tiempo que no estudio, pero aunque me lleve más tiempo lo haré”.
Ejercicio complementario:
Anota en un cuaderno todas las creencias que son limitadoras para ti. “Ningún tratamiento me funciona, mi depresión me acompañará siempre”, “No soy bueno para seguir una disciplina, jamás lo lograré”.
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Basa tus opiniones en tus propias experiencias y valores y no en las de los demás.
Expresamos opiniones de otros como si fueran nuestras y las damos por válidas, sin tan siquiera comprobarlas. En muchas ocasiones, la publicidad y los medios de comunicación logran modificar nuestras opiniones. Basa tus opiniones en tus propias experiencias y valores y no en las de los demás.
Por ejemplo: “No puedo ir a este encuentro social porque pienso que las personas que participan son más importantes que yo debido a que tienen dinero y pueden vestir más elegantemente. Ellos son más inteligentes que yo”. La opinión está basada en la creencia de que tener dinero nos hace más inteligentes. Los anuncios televisivos nos llenan de creencias donde se une dinero y adquisición de objetos, coche, ropa, perfume, con inteligencia y cultura.
Pero realmente no tengo ejemplos en mi vida diaria que confirmen esa creencia. Por tanto, puedo decir en función de mi experiencia:“En el encuentro social irá gente muy elegantemente vestida porque tienen poder adquisitivo alto, aún así asistiré a la reunión si logro encontrar una ropa más o menos adecuada”.
Ejercicio complementario:
Registra tus creencias limitadoras que están basadas en creencias populares. Por ejemplo: “si te diviertes en el trabajo, es que realmente no estás trabajando” o “ lo que importa es estar delgada y como tengo exceso de peso nadie se fijará en mí”.
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Cuidado con las generalizaciones, pueden ser limitadoras.
El problema es cuando generalizamos a partir de unos pocos ejemplos que no son suficientemente representativos. Cuando utilizamos palabras como “siempre”, “nunca”, “todos”, “nadie” implica que no hay excepción. Estas palabras son limitadoras porque al decirlas damos por sentado que todo es igual. Pregúntate: ¿Siempre? ¿Nunca? ¿Todos? ¿Nadie?
Por ejemplo: “Siempre tengo problemas para dormirme”. Pero es muy probable que la realidad sea que frecuentemente tengo problemas para dormir, sin embargo, cuando estoy muy agotada, logro dormirme.
Si corrijo el lenguaje me doy la oportunidad de lograr dormir. Ahora diré “Frecuentemente tengo problemas para dormir”. A partir de ahí puedo ver la posibilidad de que algunas veces duermo bien, y entonces puedo preguntarme porqué a veces sí y porqué a veces no. Sabiendo la razón, podré estar mucho más ceca de resolver el problema.
Ejercicio complementario:
Toma nota durante un par de días todas las veces que dices o piensas utilizando palabras como: siempre, nunca, todos, jamás, nadie. Reescribe en ese cuaderno las mismas frases pero reemplazando las palabras limitadoras por: frecuentemente, a veces, algunos, a veces, pocos.
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Cuidado cuando hagas una interpretación de los hechos, ella puede reforzar una creencia limitadora.
Todos sacamos significado de nuestras experiencias. Muchas veces interpretamos los acontecimientos de modo que refuerzan nuestras creencias limitadoras. Ten en cuenta tus creencias limitadoras en el momento de interpretar un hecho.
Por ejemplo: “Mi amigo llega tarde a la cita. No le importo nada, le da lo mismo hacerme esperar”. Doy por sentado ese significado o esa interpretación al hecho de que mi amigo llega tarde porque está basado en mi creencia previa de que yo significo poco para los demás. La realidad puede ser bien distinta, quizás llegó tarde porque se retrasó el autobús.
Esa interpretación está reforzando mi creencia de que yo valgo poco para los demás. Al darlo por hecho, lo siento como imposible de cambiar. Termino yo mismo aislándome de los demás.
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Pero si me digo: “Mi amigo llega tarde a la cita. No sé cuál es la razón, debe haber algún motivo. Cuando lo vea se lo preguntaré”. Con esta interpretación del mismo hecho mi sentimiento con respecto a mi amigo y por ende, con respecto al mundo, es totalmente distinta. No siento que haya una infravaloración hacia mí.
Ejercicio complementario:
Presta atención y anota en un cuaderno, cada vez que te digas mentalmente o en voz alta, frases como “No puedo lograr recuperarme”, “No soy una persona deseable”, “No soy una persona agradable”, “No puedo lograr lo que deseo” “Soy incapaz de hacer nada bien”. Ahora cambia las frases por “Todavía no he logrado recuperarme”, “Por ahora no he sentido ser deseada por alguien”, “Muchas veces no logro lo que deseo”, “A veces no soy capaz de hacer algunas cosas”.
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La única forma de saber que no puedes lograr algo es intentándolo.
No puedes saber que no puedes lograr algo sino lo intentas y cuando en el primer,, segundo o tercer intento no lo logras, tampoco puedes saber si lo podrás lograr más adelante, quizás en circunstancias más favorables. Lo único que sabes con certeza es que por ahora no lo has logrado.
Cambia tu frase “no puedo salir de la depresión” por “todavía no he salido de la depresión”. “No puedo controlar mis ataques de pánico” cambia a “De momento no puedo controlar mis ataques de pánico”.
Cuando digo “no puedo salir de la depresión”, también los demás terminan creyendo esa declaración. Como no esperan que lo logres, no te piden que te cuestiones. Al contrario, refuerzan tu creencia de que no puedes salir de la depresión.
Ejercicio complementario:
Presta atención durante un día entero y cuenta las veces en que has pensado o dicho que no eres capaz de hacer algo, o de que no eres demasiado bueno en tal o cual cosa. Ahora cambia esas frases por “Voy a intentar resolver mi ansiedad (cualquier otro problema) hasta que lo logre. Para lo cual buscaré y pondré en práctica todos los recursos necesarios”.
Cambia las palabras
No puedo Quiero
Nunca A veces
Siempre Frecuentemente
No No creo